El Ábside Románico de Santa María
El ábside es la pieza más genuina de la iglesia, tanto por la arquitectura como por la ornamentación escultórica. Su configuración es un claro ejemplo del simbolismo del arte cristiano occidental, visible en su orientación hacia el este, punto del horizonte por donde sale el sol y donde Cristo ilumina el mundo (sol salutis), o en la planta de cruz latina que se asimila a Cristo en la cruz. Su exterior esconde otro secreto: sus arcos dividen el ábside en siete tramos, que es el número que más aparece en el Antiguo Testamento y se refiere a los siete días de la creación del mundo o a los siete pecados capitales. Tanto el ábside como el perímetro del templo están coronados por casi un centenar de ménsulas que reflejan los elementos más característicos de la iconografía medieval: seres sobrenaturales, bestiario real y fantástico, escenas sagradas, representación de castigos y arrepentimientos, así como motivos vegetales variados.