El destino de reina Sibila
Encarcelada, en un primer momento en Barcelona y, después, en el castillo de Montcada, Sibila y su hermano, Bernat de Fortià, pactaron con el nuevo rey Juan I la renuncia de todos sus bienes concedidos con anterioridad por el rey Pedro. A cambio, el nuevo monarca les prometió una pensión anual (20.000 sueldos para Sibila y 12.000 para Bernat) y, lo más importante, salvaguardar sus vidas. Finalmente, Sibila se trasladó a vivir a Barcelona donde murió el 24 de noviembre de 1406, a la edad de cincuenta y seis años. Contra todo pronóstico, el rey Martín I organizó un entierro con todos los honores. Dictó que el cuerpo de la reina fuera cubierto en mirra, vestido con hábitos franciscanos y expuesto al Palau Menor de Barcelona durante unos días para que la ciudadanía pudiera rendirle homenaje. El 12 de diciembre se ofició el entierro y fue sepultada en la capilla de Sant Nicolau del convento de Sant Francesc de Barcelona.